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Del tsunami de La Palma a la erupción de Tenerife

La historia de un posible derrumbamiento de parte de la Cumbre Vieja de La Palma ya tiene años sin embargo, y a rastras del tsunami del Índico, vuelve a las primeras páginas de los periódicos. Se repite el tema, los protagonistas, las acusaciones y el actor principal: el geólogo Juan Carlos Carracedo, un auténtico fenómeno de la comunicación. Aprovecha magistralmente cualquier catástrofe natural para aparecer en los medios. El maremoto de Indico le ha servido estos días para “descubrir” las huellas de un tsunami en Agaete, afirmar que el Atlántico es un océano tranquilo, que la idea de un posible deslizamiento de Cumbre Vieja es obra de unos científicos ingleses pagados por compañías de seguros. También le ha servido para pedir públicamente que le subvencionen estudios para prevenir un posible deslizamiento. Ello no es óbice para que afirmara hace pocos días en la prensa local que: “para alcanzar los umbrales de inestabilidad, necesitan (los deslizamientos) periodos geológicos de cientos de miles de años, lo que hace que estos sucesos geológicos sean extremadamente infrecuentes, hasta el punto que el hombre jamás los ha presenciado.

El caso de este geólogo estrella resulta llamativo por las continuas contradicciones que jalonan su carrera científica. Durante los años setenta y ochenta negó con vehemencia la existencia de los deslizamientos gravitacionales, su ardor le llevó a silenciar las aportaciones de don Telesforo Bravo, el primer geólogo que explicó estas enormes avalanchas (1962). En la numerosa bibliografía de aquellos años Carracedo no se planteó incluir la hipótesis de los deslizamientos en la génesis de calderas y valles en las islas volcánicas. En los años noventa descubre los que otros, (Bravo, Coello, Navarro) ya habían explicado en los años setenta y ochenta a partir de los estudios hidrológicos de las islas occidentales. En 1996 escribe: “Los deslizamientos gigantes en los flancos de los rifts son relativamente comunes en Canarias, y representan un riesgo significativo. La apretada malla de diques podría ser la causa del desplazamiento incipiente de los flancos inestables y no apoyados en los rifts. Un ejemplo claro es la erupción de La Palma en 1949 cuando se abrieron fallas en forma de curvas amplias, probablemente debido a las tensiones que amenazaban el flancos oeste del rifts del sur que tiene pendiente de más del 30 por ciento.” Por si quedara dudas acompaña el artículo con un mapa en el que puede leerse: “¿Inminente deslizamiento de Cumbre Vieja?”. En 1998, en el artículo publicado en la obra colectiva Ciencia y Cultura en Canarias, dice: “...existe uno de estos rifts. El de Cumbre Vieja, ya muy desestabilizado. El deslizamiento del flanco occidental de Cumbre Vieja puede contemplarse como un fenómeno posiblemente inevitable en términos geológicos. [...] Este problema debe ahora considerarse objeto prioritario de investigación.” En 1999, en un artículo científico -y del que también son autores los ahora denostados vulcanólogos ingleses- volvía a insistir en la inestabilidad de Cumbre Vieja y en las catastróficas consecuencias que tendría esta gigantesca avalancha.

Cumbre Vieja
Volcanes en Cumbre Vieja (La Palma)

En mayo del 2004 anunció una erupción en Tenerife y, ahora, acusa a todos los que trabajan en la prevención de alarmar a la población, les niega fundamento científico y les acusa de estar movidos por oscuros intereses. Eso sí, ha conseguido que le den dinero para el mantenimiento de una red sísmica que fue creada a raíz del terremoto ocurrido el 9 de mayo de 1989 entre las islas de Tenerife y Gran Canaria de magnitud 5.2 en la escala de Ritcher. El Gobierno de Canarias atendió los razonamientos del director del Departamento de Volcanología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Canarias, Juan Carlos Carracedo, sobre la necesidad de incrementar los medios técnicos y humanos destinados a la vigilancia volcánica de las islas. La Consejería de Política Territorial del Gobierno Canario financió una red sísmica, pero en los diez años en los que estuvo funcionando no dio información fiable y los pocos datos conocidos no invitan, precisamente, al optimismo: Un día de octubre de 1998 los habitantes de la isla de La Palma se sintieron sobresaltados por ruidos y temblores desconocidos; el director de la red sismológica del CSIC en Canarias explicó en los medios de comunicación (Diario de Avisos del 28 de octubre) que la causa de estos temblores fue un pequeño sismo con intensidad suficiente para que fuera percibido por la población y cuyo epicentro situó entre Mazo y Fuencaliente. Sin embargo, lo extraño del caso fue que la red del IGN no había registrado ningún terremoto. Pocos días después se conoció a los causantes de la alarma: dos reactores militares que rompieron la barrera del sonido en la vertical de la Isla.

Los únicos datos conocidos de esta etapa son los correspondientes a 1998. El listado de IGN incluye 28 terremotos (con magnitudes entre 2.0 y 3.9) en la zona de Canarias. Aporta la fecha, la hora, longitud y latitud, la magnitud y la zona. Por el contrario, el informe presentado por el responsable de CSIC sólo cuenta en el mismo año trece sismos en Canarias de los cuales sólo da el día y la hora, de ninguno aporta ni la magnitud ni la intensidad que alcanzaron y, únicamente en tres dice donde ocurrieron, pero con una localización imprecisa y sin coordenadas. Por si esto no fuera poco ¡no coinciden las dos redes, ni en los días, ni en las horas de los terremotos!

El Chinyero
Erupción del Chinyero, en Tenerife, en 1909

El Gobierno de Canarias ha premiado sus continuas apariciones en los medios públicos volviendo a financiar la inoperante red sísmica. Por el bien de todos esperemos que esta vez funcione y aporte datos que permitan mejorar sustancialmente la previsión de erupciones, pero con esos precedentes es de desear que el IGN siga con la suya y aportando los únicos datos sísmicos fiables que están disponibles para los científicos.

Juan Carlos Carracedo desempeña la labor del profeta que anuncia catástrofes, también el de ángel que asegura a la aterrorizada población que aquí no pasa nada, que no hay castigo divino. Es un gran investigador de hechos que ya estaban publicados y, sobre todo, es una viva representación de la contradicción, del discurso incoherente. Estas cosas no tendrían importancia más allá del comentario que nos merezca su papel de geólogo estrella inmune al sentido del ridículo, el problema es que está contribuyendo a extender la desconfianza hacia los científicos, a desinformar y a extender la sensación de pánico entre la población. Juan Carlos Carracedo es un científico, pues que acuda a los foros adecuados a plantear sus dudas, sus datos y sus opiniones y deje en manos de los responsables de las instituciones y organismos públicos la labor de informar sobre lo que saben los científicos y sobre las medidas que debes conocer la población ante una posible catástrofe, única manera de minimizar sus efectos sobre las personas y bienes.

Eustaquio Villalba

Geógrafo

14 Enero 2005


La Palma

geología

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