Octubre 1999 Desde luego, no puede decirse que la oferta de los zoológicos de Tenerife sea escasa. La isla está llena de animales pertenecientes a especies en vías de extinción o en peligro serio, todos exhibidos a los turistas detrás de rejas o de cristales.
El máximo responsable suele ser una persona surgida de la nada, a ser posible relacionada de forma diplomática con países donde se consigue animales exóticos. Así, no es raro que en Santa Cruz hayan aparecido cocodrilos, boas o loros de contrabando, en condiciones deplorables (los loros suelen meterlos en botellas de plástico, aprisionados durante todo el viaje). Cada vez ofrecen espectáculos más insólitos: podemos ver loros haciendo el ridículo, murciélagos asustados por las cámaras fotográficas, elefantes subidos en tarimas, buitres corriendo por los pies de los visitantes, pingüinos, delfines, tiburones pasando por encima de nosotros... Las pequeñas dimensiones de los recintos destinados a estos animales son realmente de vergüenza. Además, las medidas de seguridad dejan mucho que desear, pudiendo provocar accidentes graves entre los visitantes. Para colmo, las aves suelen escaparse de los recintos, molestando a las endémicas de la isla. Así sucede en Arona, entorno al parque de "Las Águilas del Teide" y en el Puerto de la Cruz, entorno al "Loro Parque". La población debe desengañarse ya, y darse cuenta de que, visitando estos recintos, sólo contribuimos a que se siga maltratando a los animales y traficando con especies protegidas que debiera estar prohibido entrar en la isla, no sólo para evitar su desaparición, sino para que no interfieran con nuestras especies autóctonas. |